La enfermera que lo atendió en sus últimos días jura que el filósofo escribió un poema a modo de despedida.
Sus biógrafos lo desmienten. Simone De Beauvoir –la compañera de toda su vida- nunca se atrevió a responder ese enigma final. El poema nunca apareció. La enfermera jura que el más notable pensador del siglo XX lo tenía guardado, como un último secreto, debajo de su almohada. También jura y perjura que leyó rápidamente algunos versos del mismo, cuando por un descuido cayó al piso y tuvo que con rapidez devolvérselo a su creador, furioso de que pudiera ser leído antes de que partiese. ¿ Qué alcanzó a leer del poema? , se le preguntó en reiteradas ocasiones. Contestó que el poema no era muy largo, que tendría unos veinte versos, y que lo único que pudo leer con claridad, en medio de una letra casi ilegible, fue su titulo: La existencia, la soledad y la muerte.
Jean Paul Sartre no escribía poesía, o al menos, si lo hacía, nunca se atrevió a decirlo, y menos, a mostrar alguna de sus composiciones. La enfermera jura que le preguntó tras devolverle el poema, ¿ Lo escribió usted?, para corroborar que fuese de su autoría y no-quizás-un poema escrito por el joven J. L. “ Lo escribió mi vida”, habría respondido el filósofo apretándolo entre sus manos.
Dos días mas tarde, moría en esa misma cama, y quizás el siglo, empezaba a morir con él (...).
Rodrigo Grion, de la obra ARABY CHANNEL BAIRES.
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