
¡Ah, el reloj! ¡ Qué artefacto perverso! ¡ Qué silencioso asesino!
Lo veo en las vidrieras desarrollando su juego con ingenuidad
En las muñecas que cortan las manos, poniéndole su pulso
Sobre la lejana torre donde su enorme murmullo repite Majestad.
¡ Ah, qué genio provocador y mecánico! ¡ Qué precisión!
Durmiendo en los teléfonos, en el bajo marco de la televisión.
Basta echar un vistazo para corroborar su dictado supremo
A una humanidad que vive obsesionada con su vil aleteo.
¡ Ah, qué decir de esas agujas que nos atraviesan como dagas!
Que nos imponen el ritmo, la locura, la corrida en el pavimento:
Ciudades enteras girando sobre su orbita de vueltas macabras.
¡ Maldito, que putrefacto aparato, tan amigo de los banqueros!
Arrastrando a su antojo los trabajos y las multiformes nostalgias
¡Corazones enteros palpitando a un compás silencioso y violento!
Rodrigo Grion, de la obra MUNDO INVERTIDO
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